La orquídea es una planta hermosa y basta con seguir algunas reglas simples para haberla florecido durante mucho tiempo.

Las orquídeas son flores muy especiales y muy hermosas. Son plantas autóctonas de climas ecuatoriales, pero también se han adaptado a nuestras temperaturas. Embellecen nuestros hogares con sus colores, a veces intensos, a veces suaves. Pertenecen a la familia Orcidaceae. Hay muchas especies, algunas de las cuales solo se cultivan, mientras que otras crecen silvestres en la naturaleza.

En su mayoría son plantas epífitas, están, es decir, equipadas con raíces aéreas. Esto les permite vivir en troncos de árboles o rocas y recuperar el agua que necesitan y también algunas sustancias de organismos en descomposición. En nuestros hogares, por el contrario, las especies más extendidas son aquellas que tienen raíces para ser enterradas.

Si vamos a comprar una orquídea o si alguien nos la ha regalado y no sabemos cómo tratarla, debemos saber que no es difícil cuidarla, pero sí es necesario seguir algunas precauciones si no queremos verla desvanecerse y morir en poco tiempo.

En primer lugar, tengamos en cuenta que la orquídea ama los climas ligeros y húmedos, dados sus orígenes tropicales. Sin embargo, no es una planta para plantar en el suelo. Necesitamos encontrar una buena posición dentro de las paredes de nuestra casa. La zona que prefiere es la que está orientada al sur o al este.

La ubicación ideal para plantar nuestra orquídea

Los rayos del sol no deben golpearlo directamente, pero la posición debe ser muy brillante. La falta de luz es, de hecho, una de las principales razones por las que nuestra orquídea podría marchitarse. La temperatura ideal es entre 23 – 24 ° C como máximo y entre 16 – 17 ° C como mínimo.

Orquídea

También prestamos atención a la humedad. Si es demasiado, de hecho, podría arruinar las flores y si es demasiado poco, las hojas podrían arrugarse y volverse amarillas. La humedad ideal ronda el 70% y es perfecta para embellecer nuestros baños o cocinas. Mejor poner también un platillo que rellenaremos con arcilla expandida o grava.

Añadimos un poco de agua que, evaporándose, será capaz de garantizar la humedad adecuada a las raíces. Alternativamente, podemos rociar la planta, siempre por la mañana, con agua desmineralizada o, mejor aún, agua de lluvia. El riego debe ser mínimo y solo cuando el suelo está seco.

Una vez a la semana es suficiente, durante la temporada de invierno y 2 o 3 veces en verano. El agua debe administrarse por la mañana y es importante prestar atención al estancamiento. Estos podrían, de hecho, experimentar la pudrición de la raíz y arruinar completamente nuestra orquídea. Ahora solo tenemos que poner estos pocos consejos en acción y ver florecer nuestra orquídea durante muchos años.